Poseer una conciencia medioambiental ya no es solo una cuestión moral. La economía personal o de una empresa ya no puede mirar hacia otro lugar que no sea la sostenibilidad. Es por esto que la inversión natural del capital y los criteros ESG (Environmental, Social and Corporate Governance) están cada vez más presentes en las corporaciones.
Ya no basta con disminuir el impacto negativo de la actividad económica de las empresas, si no que el rumbo debe dirigirse a neutralizarlo, y poder ser capaces de crear algo positivo para la naturaleza y para la sociedad. En este nuevo contexto siempre habrá algunos sectores que siguen viendo el medio ambiente como costos innecesarios, sobre todo en nuestro país. Otros, en cambio, lo ven como una oportunidad para ‘sacar pecho’ a nivel internacional y atraer la mirada de los inversores. De esta manera, están invirtiendo en innovación para corregir y compensar su impacto ambiental de manera más eficiente. Este cambio en la visión y el lugar que ocupa el medio ambiente en la estructura corporativa se ve reflejado en la imagen de marca de la empresa.
¿Y de qué manera han logrado las empresas poder mejorar su cultura de sostenibilidad y lograr ser más “verdes”? El agua limpia y de buena calidad, la absorción de CO2 o la polinización son algunos de los muchos servicios ambientales que la misma naturaleza nos ofrece de manera gratuita y es el punto de partida para que las empresas puedan conducir un camino recto hacia la sostenibilidad del país.
Llegar a integrar los famosos criterios ESG (Environmental and Social Governance), ser capaces de medir la contribución a cada uno de ellos y saber transmitirlo a los inversores es la principal tarea en la que están involucradas las empresas hoy. La valoración del capital natural es un gran aliado en esta carrera por la sostenibilidad, y las empresas que consigan darse cuenta de ello serán las que tengan un puesto reservado en el podio.